Riego Otoñal: Cómo y Cuándo Regar las Plantas

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Con la llegada del otoño, las temperaturas empiezan a bajar y las lluvias se vuelven más frecuentes. Esto lleva a muchos a reducir drásticamente o incluso interrumpir el riego del jardín. Sin embargo, aunque las necesidades hídricas de las plantas disminuyen en comparación con el verano, el riego otoñal sigue siendo fundamental para garantizar que el jardín afronte mejor el invierno. Saber cómo y cuándo regar durante esta estación puede marcar una gran diferencia en la salud de tus plantas.

Durante el otoño, muchas plantas entran en una fase de reposo vegetativo o ralentizan su crecimiento. Sin embargo, las raíces continúan desarrollándose y preparándose para la temporada invernal. Proporcionar una cantidad correcta de agua permite a las plantas fortalecerse y acumular los recursos necesarios para afrontar los meses fríos.

La humedad adecuada del suelo también contribuye a prevenir la desecación de las raíces, que puede ser causada por los vientos otoñales.

La regla principal para el riego otoñal es reducir la frecuencia, pero mantener constante la profundidad de los riegos. Aquí algunas pautas sobre cómo adaptar los hábitos de riego:

Reducir la frecuencia: con la caída de las temperaturas y el aumento de las precipitaciones, el terreno permanece húmedo por más tiempo. Ya no es necesario regar todos los días como en verano ya que las plantas entran en reposo vegetativo
Regar en profundidad: aunque la frecuencia disminuye, es importante regar de manera que se alcancen las raíces más profundas. Esto ayudará a las plantas a desarrollar un sistema radicular más robusto, esencial para afrontar el invierno.
Monitorear el suelo: antes de regar, comprueba siempre el nivel de humedad del terreno. Si aún está húmedo, no hay necesidad de añadir más agua. El riesgo principal es el exceso de riego, que podría llevar a pudriciones radiculares.

El otoño trae consigo días más frescos y más cortos, lo que hace importante elegir los momentos adecuados para regar:

Mañana o media mañana: es preferible regar en las horas más cálidas del día, para que el agua tenga tiempo de penetrar en el suelo antes de que las temperaturas nocturnas bajen demasiado. Regar por la tarde o por la noche, de hecho, podría hacer que el agua permanezca en la superficie demasiado tiempo, aumentando el riesgo de enfermedades fúngicas o pudrición radicular.
Observar las previsiones meteorológicas: si se prevén lluvias abundantes, puedes evitar regar. Por el contrario, si se prevé un período de sequía, un riego profundo puede preparar mejor a las plantas para afrontar la falta de humedad.